top of page

 Reflexión sobre

 Cuauhtémoc

Por Patricio Rojas Roa

 

Hablar del paisaje como una práctica de representación espacial dentro de la pintura y como un concepto cultural resuelto a través de generaciones de escuelas pictóricas del paisaje es entrar en la tradición de la pintura si de magisterio debiéramos hablar, de esta manera al observar la obra del Maestro Paisajista Cuauhtémoc Velázquez la respuesta más lógica e interior de este acto de contemplación es inscribirlo dentro de esta gran empresa histórica de la tradición pictórica del paisajismo, pues retoma este concepto del paisaje de manera magistral. La quietud en ese acto de observación, en esa transparencia y claridad nos desborda a un terreno de serena contemplación espiritual, la naturaleza concebida como un reflejo interior, como un anstons en el sentido Kantiano, es bajo la mirada del Maestro Cuauhtémoc Velázquez la gran estratagema en ese reencuentro imaginario entre naturaleza e individuo, así la naturaleza de la luz es descifrada bajo la unidad atmosférica de cada obra.

Hay en la obra de Cuauhtémoc Velázquez una variedad de aspectos te-matizados dentro de cada pintura realizada, se vale así de encuadres como serranías consumidas por la humedad en lejanía y distancia atmosférica, senderos que se pierden en un segundo y tercer plano con bruma atravesada por una multiplicidad de cuántos luminosos, bosques con llanos coronados por nubosidades de donde penden cortinas de luz extraordinarias de tipo monumental, parajes dramatizados por tardes donde hacen juego luces que alcanzan vibraciones casi doradas hasta el interior de la mirada; y es en ese recorrido visual por la pintura de Cuauhtémoc Velázquez que se hace evidente una constante que trata con enorme claridad, y que consiste en su concepto de Naturaleza, que es revelado en cada tema ya de por sí particular ; Naturaleza-ser humano tematizados en diferentes aspectos bajo la mirada, pero el ser humano como la mirada del espectador enfrentada a lo grandioso e implacable de la naturaleza, así logra construir esa mirada esa expectación interior por la colocación de un punto de vista estratégico en cada tema abordado, esta mirada al interior es la que nos garantiza al identificarla plenamente un pase para poder llegar al corazón de cada cuadro y entonces se nos haga manifiesto este concepto de naturaleza y que constituye y da unidad a esta gran etapa en la obra del Maestro Cuauhtémoc Velázquez.

Serena contemplación de movimiento espiritual en una unidad Zen, concepto de naturaleza como una forma de renovación de ciclos eternos en el silencio y fuerzas opuestas en la tranquilidad y la quietud de la mirada, así es la pintura de Cuauhtémoc Velázquez.

A si mismo queda clara la puesta en juego de una gran capacidad y experiencia en el oficio pictórico bajo una pericia decantada por los años de trabajo en la obra de Cuauhtémoc Velázquez.

El conocimiento de los recursos de la perspectiva el uso de variadas herramientas para la construcción técnica de la atmósfera que alcanza grados de sutileza mayores así como una serie de elementos técnicos como por ejemplo la emulación de las densidades de bruma y polvo suspendidas en el espacio  sus distintos juegos de matiz provocados por la luz en un momento determinado y también la teoría del color aplicada a la unidad del cuadro bajo sus aspectos de óptica en perfecto ensamblaje, nos dan testimonio del virtuosismo que alcanza este gran pintor acuarelista de paisaje.

bottom of page